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El poder desmedido del reggaetón

  • Foto del escritor: Kipus Laico
    Kipus Laico
  • 26 jul 2021
  • 4 Min. de lectura

La música actual está representada firmemente por el género urbano, específicamente el reggaetón, un género musical caracterizado por su alto contenido sexual en la letra de sus canciones.

Vanessa Puma, madre de 39 años y habitante del suburbio de Guayaquil, nota con preocupación cómo géneros musicales como el reggaetón, el trap o el perreo se vuelven cada día más cotidianos tanto en su sector como en las redes sociales a las que tienen acceso sus cuatro hijas adolescentes. Y es que el género urbano se vuelve un tipo de música cada vez más usual en las calles, en las redes sociales o en los programas de radio y televisión. Cabe recalcar que a Vanessa no le preocupa lo que sus hijas escuchan en casa, pues el reggaetón no cuenta con suficiente argumento en el hogar de esta madre, pero sí lo que sucede en su sector y en algunos lugares que ellas frecuentan. Vanessa actualmente estudia enfermería y trabaja en una clínica particular como ayudante de farmacia, lo cual le ocupa gran parte de su tiempo y la mantiene un tanto alejada del cuidado de su prole.

Amparo Calandín, psicóloga graduada de la Universidad de Valencia, en su artículo "Influencia del Reggaetón en los jóvenes" describe al reggaetón como un género que hace uso de temas como el sexo, las drogas y el menosprecio a la mujer bajo la figura de objeto sexual. Para ella, los adolescentes son los más influenciables por este tipo de música, así como por los medios de comunicación a los que estos tienen acceso, ya que su personalidad se basa en elementos como la forma de vestir, de hablar, los gustos musicales o la posesión de objetos materiales, elementos que, al encontrar coincidencia entre pares, les permiten formar grupos con los mismos gustos y así moldear su conducta, sus valores y su identidad.

El género urbano ha encontrado en los adolescentes su público objetivo. Al ser estos un grupo “fácilmente influenciable”, las canciones derivadas de este género tratan temáticas que llaman mucho su atención. Temas como el sexo, el alcohol o las drogas han estado inmersos en el mundo de la música a lo largo de los años en géneros como el rock, por ejemplo; pero con el reggaetón y sus subgéneros, estos temas se han empezado a tratar de una manera más abierta y normalizada; tal es el caso que, su uso por parte de adolescentes, es algo que se encuentra todos los días en redes sociales como Instagram y TikTok, aplicaciones a las que estos jóvenes tienen libre acceso, lo que facilita el poder mostrarse ante la cámara de su celular bailando al ritmo de reggaetón, trap o perreo, muchas ocasiones sin la supervisión de un adulto.

Vanessa asegura que sus hijas no escuchan reggaetón ni trap, pero sí ha vivido de cerca cómo la letra de los temas del género urbano han ejercido influencia en la conducta de los hijos de sus amigas, familiares cercanos o de los vecinos de su barrio. La frase "a ella le gusta que le den duro y se la coman. Y es que yo quiero la combi completa ¡Qué! chocha, culo y teta”, hacen parte de la canción "En la cama", del cantante puertorriqueño Daddy Yankee. Para Jorge Alvear, productor musical guayaquileño, la “sexualización” de las letras de las canciones depende mucho del artista que las interprete y del contexto donde estas sean escuchadas; además, atribuye la facilidad con que el reggaetón se ha esparcido en Latinoamérica (amén del contenido de su letras) a la libertad de expresión con que cuentan los cantautores hoy en día, libertad que era limitada años atrás. En contraposición a lo expresado por Alvear, se puede notar que dicha libertad ahora parece convertirse aparentemente en libertinaje, cuando dichas canciones desvalorizan a la mujer y ejercen una influencia negativa en el pensar y actuar de los adolescentes.

Y es que el poder del género urbano se ha esparcido como polvo en el aire por todo el continente, por lo menos eso es lo que piensa Vanessa. Sus hijas han enfrentado posiblemente los prejuicios de una sociedad que ve en el reggeatón la música de la nueva ola, una ola que está dispuesta a arrasar con todo a su paso. Para los adolescentes de ahora, no escuchar, ni mucho menos bailar al ritmo trepidante y pegadizo de los temas de J. Balvin, Maluma, Bad Bunny o el mismo Daddy Yankee, supone una especie de sacrilegio a esa moda musical que ellos veneran como si de una aparición divina se tratara.

Vanessa espera lograr que sus hijas no caigan en la influencia de otros adolescentes con respecto a sus gustos musicales, pues ella sabe que tiene a su favor la disciplinada educación que le ha dado a sus hijas y que le fue heredada de su mamá. El que sus cuatro hijas escuchen k-pop la mantiene tranquila, ya que considera que este se trata de un género musical que no daña la mentalidad de los jóvenes ni les incita a realizar actos indebidos.

Es claro poder notar que los valores aprendidos de generaciones anteriores aún persisten dentro del seno familiar, tal como lo cita Vanessa: “mis padres jamás permitieron escuchar música que contenga lenguaje fuera de lugar”, y eso es una lección que sus hijas tienen muy bien aprendida y de seguro será transmitida a las futuras generaciones en su familia.

Ahora Vanessa ve el presente de sus hijas como un metal que ella debe forjar con el objetivo de obtener un portentoso futuro para ellas, y este trabajo se le vuelve más fácil si cuenta aún con la ayuda de sus padres. Es así que esta madre se aventura a asegurar que el entorno puede ejercer influencia en la conducta y el comportamiento de sus hijas, pero sabe que sólo las enseñanzas de una madre son las que pueden lograr que un adolescente se mantenga en un camino donde la música de moda y su desmedido poder de influencia no puedan cambiar su manera de pensar.



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