ARTE INDEPENDIENTE MURALISTA
- Kipus Laico
- 8 ago 2019
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 10 ago 2019
Un bosque de colores llena de magia la Pradera 3, en el sur de Guayaquil. Según Esperanza Acuña, moradora de este sector, el arte muralista independiente ha transformado la cultura y la mente de los habitantes de esta zona, a más de embellecer áreas ya olvidadas de la urbe porteña.
Sus antecedentes en América Latina
El arte muralista, o también llamado muralismo, nació en México a principios del siglo XX, empujado por un grupo de intelectuales y pintores. Sus principales representantes fueron David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, José Orozco y Gerardo Murillo, este último considerado el maestro del muralismo.
En Ecuador, el muralismo es una tendencia de reciente apogeo, pero para tener una idea de sus orígenes habría que remontarse a los años ’80, época donde el grafiti (estilo del cual evoluciona el muralismo en la ciudad) hizo su incursión en el país por la influencia del hip hop y el rap, estilos musicales que nacieron de las pandillas en las calles de Nueva York y Chicago, y tuvo gran repercusión en algunas ciudades de Latinoamérica, entre ellas Guayaquil, con los Ñetas y los Latin Kings; razón por la cual el arte urbano no fue visto con buenos ojos por tratarse de vandalismo, según la apreciación de la mayoría de la colectividad.
El muralismo en la actualidad guayaquileña
El arte urbano en Guayaquil ha evolucionado, si bien antes era asociado con pandillas y grafitis, hoy en día esta manifestación artística está vinculada a generar cambios a nivel social, medioambiental y cultural. Aunque este tipo de arte es una forma de expresión conocida por muchos guayaquileños, todavía conserva el estigma generado por los grafitis; es por eso que el enfoque investigativo debe estar dirigido no sólo a dar a conocer más sobre el muralismo en la población, sino a intentar acabar con ese prejuicio que aún se mantiene en estos días.
En Guayaquil, algunas personas no conocen a quienes están detrás de cada manifestación artística que se ve plasmada en diferentes murales apostados en norte, centro y sur de la ciudad; es por eso que el objetivo y deber de todo periodista en formación y de aquellos que ya ejercen esta profesión, es mostrar también a quienes están detrás de estas creaciones, revelando más a fondo su pensar, su sentir y su motivación en cada pincelada. Lograr que los guayaquileños conozcan al artista frente al mural dará más realce a cada obra.
¿Quiénes son estos artistas?
Al recorrer las calles de Guayaquil es posible deleitarse con las creaciones de grupos muralistas como La Colita de Lagartija, Bosque de Colores, Monosapiens Crew, y de la artista Carla Bresciani. Cada uno de ellos puede contar sus impresiones sobre el arte que practican, su inspiración y las vivencias que han obtenido al llenar la ciudad de nuevos colores.
Lugares como Guayarte han dado acogida a diferentes artistas locales, entre ellos La Colita de Lagartija. En los murales de este espacio de recreación se encuentran varias de sus obras, así como también en las paredes del Instituto de Neurociencias, donde tienen su trabajo más reciente. Carla Moncayo, una de sus integrantes, opina que el arte urbano “ya va teniendo más apertura”; para ella, la empresa privada y el municipio han brindado un apoyo muy importante para plasmar su arte, según indica.
Obras como la de Bosque de Colores se las puede apreciar en La Pradera 3, en un vasto bosque que se llena de magia con sus creaciones. Gabriel Peña, artista de esta agrupación guayaquileña, cuenta sus añoranzas al observar los murales, así como todo lo que a él lo inspira al momento de pintar. Para Gabo, como se lo conoce, la razón que lo impulsó a pintar en el bosque es que “este sector se está perdiendo, hay muchos problemas que suceden, pero el más fuerte es la drogadicción; hay que parar esto, quizás pintar para embellecer el lugar”, añade al hablar de la problemática social que decidió enfrentar con este proyecto.
Por otro lado, Monosapiens Crew no sólo saltó a la fama con su mural Ironman, ubicado en Bastión Popular, sino que este fue el primer paso para dar a conocer toda la creatividad que escondían sus cabezas. Sus trabajos previos gozan del mismo potencial y muestran, además, el lado social del arte urbano, plasmado en obras con rostros que dan a conocer el vivir de cada guayaquileño. Sus integrantes coinciden en que lo que más los inspira al momento de pintar es lo que pueden transmitir a la gente a través del grafiti, es por eso que invitan a los ciudadanos a sumarse a este proyecto para dar más color a Guayaquil.
Y si se quiere contemplar lo que Carla Bresciani quiere mostrar al Guayaquil de hoy, basta con recorrer algunas de las calles de Urdesa; aquí es donde Carla junto a otros artistas, e incluso, alumnos de su escuela de muralismo, pintan con hermosos colores las paredes de uno de los barrios más conocidos de la urbe. Carla, que además de artista es activista también, considera que el objetivo de sus obras es “tratar que la gente se concientice del cuidado del ecosistema”, además añade que “cuando haces que todo el mundo se involucre en un muro, no solamente estás enseñando arte, sino que estás enseñando a convivir”, afirma.
¿Cuál es la opinión de especialistas?
Según el sociólogo Luis Tapia, el arte muralista expande la frontera del conocimiento y de la educación. Al referirse al trabajo que vienen realizando los artistas muralistas opina que “es fabuloso que haya grupos de muchachos ‘medio locos’ que quieren hacer cosas interesantes”, además puntualiza que “todo aquello que cree autoconciencia y la oportunidad de expresarse tiene una intencionalidad educativa”, según relata este docente de la Universidad de Guayaquil.
En conclusión
Los estereotipos creados hacia el arte callejero quedaron atrás. Tal como lo expresan sus protagonistas y otros ciudadanos de Guayaquil, este arte embellece la ciudad, crea conciencia y un lugar más colorido donde los jóvenes tienen la oportunidad de ver la vida de una manera más libre y alejada de los vicios.
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